Análisis del debate por parte de los candidatos a la presidencia de México

Dos claros contendientes y 3 de relleno | Ricardo Anaya, preparado intelectualmente pero con falta de carisma | Andrés Manuel López Obrador, como “Nosotros los pobres, ustedes los ricos”

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Por Eunice Contreras

Ciudad de México, 22 de abril de 2018.- Por fin se llegó el tan esperado debate entre los candidatos aspirantes a la presidencia de México. El INE de manera rara, convoca moredares que bien pueden tener línea política, o en su defecto, ser corruptibles para actuar a favor de los contendientes, y es aquí dónde me pregunto ¿que acaso en México no hay mejores analistas políticos que hubiesen de verdad confrontado a los contendientes en temas de mucha mayor relevancia?

Se estarán preguntando, ¿pero cuáles? Bueno aquí les mencionaré por lo menos tres: David Páramo, Genaro Villamil o José Cárdenas, a cambio llevaron a Denise Maerker con el natural sello de Telerisa, Sergio Sarmiento y la chica dorada Azucena Uresti.

Empezando con estas caras de la moderación, en este breve análisis sobre dicho debate diré que pese a que en la boleta electoral habrá 5 contendientes, en el registro mental nacional solo dos de ellos se disputan la silla presidencial de Los Pinos, y estos son, en el primer lugar Andrés Manuel López Obrador por MORENA y en segundo, Ricardo a Anaya por la COALICIÓN POR MÉXICO AL FRENTE.

En base a este sentido y para no restarle participación al resto de los contendientes diremos que los independientes, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez Calderón “Bronco”, manejan una tibia vena política.

En el caso de la mujer contendiente, sus desaciertos durante el debate se deben a esa gran sombra, que lejos de cobijarla la opaca, como lo es el hecho de ser la esposa de un ex presidente de México como lo fue Felipe Calderón, limitante que no le permitió en todo el debate construir un discurso propio, convincente, de dominación y determinancia, variantes a las que hay que sumarle su condición de género, que aunque no lo queramos reconocer, si en México se ha arraigado el machismo es porque en cada hogar hubo una madre mexicana encargada de eso, acción que ha venido resultando en generaciones de mujeres misóginas en el país, lo que difícilmente ayudará a que alguna vez tengamos una presidente mujer.

Así, observamos una Margarita Zavala, tartamuda, defensora de la labor de su marido como primer mandatario de México, y con un débil pero bien ensayado discurso, que si bien es cierto no la ubica en las preferencias electorales, también es cierto que le permitió terminar de manera digna este primer debate.

Por otro lado, Jaime Rodríguez Calderón “Bronco”, que ya solo por el sobrenombre lo aleja de la formalidad que requiere la investidura presidencial; cada que intervenía en el debate y teniendo como diferencia un poco más de modales, nos recordó a Vicente Fox.

Un figura arrancherada, con ideas inquisitivas en su propuesta de modelo de país, como la puntada esa de cortarle la mano a los corruptos y ladrones, no se sabía si se estaba escuchando a un contendiente a la presidencia de México o a un sanguinario capo, sin embargo, muy hábil en acorralar al “favorito” de las encuestas, Andrés Manuel López Obrador, quien nunca supo responder de manera firme a ningún ataque.

Por su parte José Antonio Meade, estuvo como la estiércol de perico, es decir, ni olió, ni hedió pero ahí estuvo, tal vez Meade sea el gran perdedor de este intento de debate, que hubo un momento en que se tornó en pleito de vecindad; muy al estilo del barrio bajo mexicano.

Ya en términos de seriedad, diremos que RICARDO ANAYA contendiente de la Coalición por México al Frente, fue uno de los participantes más claros en propuesta, ataque y desacreditación al candidato favorito, una mayor claridad en posibles iniciativas y acciones de gobierno, registrando muy a nuestro criterio una falla garrafal, como esa sonrisita nerviosa cuando se le cuestionaba por actos de corrupción, y la falta de un valor, valga la redundancia, “invaluable” como lo es el carisma. Así Anaya, se lleva de calle a Obrador en términos de estilo, inteligencia, propuesta, visión y juventud, pero a la gente no le cae bien.

Y ahora sí, hablaremos del gran favorito, Andrés Manuel López Obrador, quien contiende por MORENA. Como era de esperarse, ya que lo ha venido haciendo desde la creación de su partido Movimiento de Regeneración Nacional, el Peje maneja un discurso muy al estilo telenovelero de Televisa, lo que no lo aleja mucho de la actual figura presidencial cuya imagen y dinámica de vida emocional le fue producida por esta casa productora hasta hacerlo llegar a Los Pinos, con la única diferencia que el Peje toma por bandera aquel meollo de la idiosincrasia mexicana, “los pobres somos buenos y los ricos son malo”, es decir el chantaje político-emocional dirigido a una verdadera masa, considerando que en términos de riqueza, en nuestro glorioso México hay muchísimos más pobres que ricos.

 

Así, Andrés Manuel López Obrador, se ha echado a la bolsa a los de la tercera edad con apoyos económicos mensuales para que medio coman, a los narcos con el perdón y la amnistía, a los ex presidentes con una nula cacería de brujas prometida, a las mujeres y a los jóvenes con falsas promesas de oportunidades, y digo falsas promesas, porque no puede ser real, aquel compromiso que no se apoye en una sólida base de proyecto nacional de gobierno, así durante todo el debate el Peje no supo, ni quiso plantear una estrategia definida en términos de seguridad, corrupción y apoyo a grupos vulnerables, que fueron los tres temas a tratar en el debate, y por el contrario, al electorado que a esta fecha está convencido de votar por el Peje, los mareó con sus clásicas y lastimeras frases como: “Yo voy a terminar la corrupción con mi ejemplo”, “yo bajaré los índices de inseguridad con empleo y mejores salarios”, “me echan montón”,  “los de la mafia del poder me difaman”, “cada dos años me someteré a la revocación de mandato”, “nosotros estamos a punto de lograr la cuarta transformación de la vida pública de México y lo vamos a lograr sin violencia a través de un gobierno que represente a pobres y ricos”, “No mentir, No robar y no traicionar a Mexico”, una hábil estrategia que lejos de llevarlo a ganar el debate, lo lleva al conservadurismo de sus seguidores.