Videgaray, el “chivo expiatorio”, no salva a EPN de la molestia de los mexicanos: The Economist

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Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).– El chivo expiatorio, Luis Videgaray, no resuelve los grandes problemas que tiene el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, dice The Economist en un artículo publicado hoy. Pero hay una manera de que rectifique el rumbo y relance su mandato: que impulse una Ley Electoral que, al menos, proponga una segunda vuelta.

“Decir que las cosas han ido mal para Enrique Peña Nieto, Presidente de México, sería atenuarlo. Las vergüenzas recientes incluyen acusaciones de que una empresa con sede en Miami ha pagado impuestos a la propiedad de su esposa [Angélica Rivera], revelaciones que él plagió parte de su tesis universitaria y una cita mal juzgada con Donald Trump. El 7 de septiembre, Peña trató de poner lo desagradable detrás de él al aceptar la renuncia del Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, su cercano más importante, quien tenía la esperanza de convertirse en Presidente en 2018”, dice la publicación.

La mayoría de los observadores, dice, consideran que el señor Videgaray asumió la culpa por sugerir la visita del señor Trump. El encuentro “horrorizó a la gran mayoría de los mexicanos. Incluso antes de todo eso, el señor Peña tenía los índices de aprobación más bajos de cualquier Presidente de este siglo. Videgaray vio la visita como una forma de tranquilizar a los inversores, que temen que un Presidente Trump pueda derogar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o bloquear las remesas de los trabajadores mexicanos en los Estados Unidos. Calculó mal el costo político”.

“Sin embargo, el señor Videgaray estaba bajo presión por otras razones. Él ha permitido que la deuda del sector público aumente en más del 10 por ciento del PIB desde 2012; Standard & Poor, una agencia de calificación, dijo en agosto que podría calificar a México hacia abajo. Los mexicanos, que ven sus salarios en dólares, están molestos por una caída en el valor del peso. Videgaray arrastraba una vergüenza propia por la adquisición de una casa a una empresa que buscaba contratos por parte del gobierno [Grupo Higa]”.

© Proporcionado por Sin Embargo Mexico-corrupcion-2015-a-700

“Partiendo Videgaray, Peña está dejando ir al arquitecto de las reformas por las que será recordada su Presidencia. Incluyen la inclusión de competencia en los sectores de electricidad y del petróleo, siempre vistos como un bastión inviolable de la Soberanía Mexicana, y una reforma de los impuestos”, señala la publicación británica, una de las más prestigiadas del mundo.

The Economist dice que la salida de Videgaray es poco probable que cambie el curso de esas reformas. “Su sucesor, José Antonio Meade, que ha servido a dos presidentes como Secretario de Hacienda, Energía, Relaciones Exteriores y, más recientemente, en Desarrollo Social, es más tecnócrata que político”.

“La utilización de un chivo expiatorio por parte del señor Peña no responde a las preguntas más apremiantes que enfrenta: cómo evitar la irrelevancia en los dos últimos años de su mandato y cómo preparar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la próxima elección. Las reformas del Gobierno están avanzando con éxito variable. El sector energético está progresando; la Reforma Educativa se ha visto frenada por los profesores radicales. Peña ha tenido poco que ofrecer a los mexicanos, que están cada vez más molestos por el sórdido aumento de la violencia y la debilidad general del Estado de Derecho. La valoración del país en corrupción, según lo medido por los investigadores de Transparencia Internacional, es obstinada y vergonzosamente pobre para una democracia cuya economía es la quinta más grande en el mundo”, señalaThe Economist.

“La administración necesita relanzarse”, dijo Luis Rubio, de CIDAC, a la publicación inglesa.

“Una lucha creíble contra la ilegalidad sería una opción. Sin embargo, pocos analistas esperan que eso ocurra. El nuevo sistema de lucha contra la corrupción, establecido en el verano, podría ayudar a combatir este flagelo. Pero no puede por sí solo cambiar una cultura política que perpetúa la corrupción, y puede tomar años para mostrar resultados. Peña parece falto de ideas para poner freno a la violencia”, dice The Economist.

Rubio, citado por el semanario inglés, cree que el Presidente aún podía redimirse en los próximos dos años, mediante la promulgación de una Reforma Electoral que entraría en vigor antes de la votación en el año 2018. Una propuesta común es la introducción de una segunda vuelta en la elección presidencial.

Bajo el sistema actual, el Presidente se elige con una sola ronda de votación que significa que un candidato puede prevalecer con mucho menos de la mitad de los votos, como el mismo Peña, por ejemplo, que ganó con sólo el 38 por ciento.

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“Reduciendo el apoyo de los partidos tradicionales, como el PRI, junto con la aparición de rivales más pequeños, hace que sea más probable que el próximo Presidente gane con un pequeño porcentaje de votos, con consecuencias nefastas para su legitimidad. La introducción de una segunda ronda sería una clara forma de resolver ese problema”, sugiere la publicación.

Pero incluso si Peña no trata de cambiar las reglas, “la atención del mundo político es ahora probable que se vuelva a la próxima carrera presidencial. La caída de Videgaray quitó un competidor importante de la carrera. La promoción de Meade mejora sus perspectivas presidenciales. Se especula que Manlio Fabio Beltrones, quien renunció a la dirección del PRI después de que sufrió reveses en las elecciones estatales de junio, ahora puede hacer una reaparición. El Partido Acción Nacional está en las etapas iniciales de una lucha entre los aspirantes a la Presidencia”, considera la revista.

“Los mexicanos moderados –concluye– temen que los fallos de Peña abran la puerta a Andrés Manuel López Obrador, un populista de izquierda que fue segundo lugar en las dos últimas elecciones presidenciales. (Una elección a dos vueltas lo haría menos probable, y es una de las razones por las que algunas personas la apoyan.) Con Videgaray fuera y Peña cojo, la identidad del próximo Presidente podría ser la única decisión con consecuencias para los próximos dos años”.

 

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