Análisis del II Debate Presidencial

Debilidades y comportamientos al descubierto

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Por Eunice Contreras

Tijuana BC, 20 de mayo de 2018.- En México la política es puro teatro y del malo. Pareciera que sus protagonistas y antagonistas no han ensayado lo suficiente en su tarea de identificar las necesidades de la nación que les permitan construir propuestas sólidas, que nos inviten a razonar el voto y que además nos conduzcan a participar activamente este próximo 1 de julio.

Sin embargo, el panorama electoral en relación al comportamiento ciudadano se muestra alborotado, urge llegar a la elección para emitir un voto de castigo y no un voto a conciencia.

Así, los aspirantes a ocupar la silla presidencial, lejos de erigir pilares sólidos para un proyecto de nación de importancia, hasta el momento han aprovechado los dos debates para dejar al descubierto sus debilidades, costumbres, reacciones, nivel cognitivo, en su mayoría, deficiente o nula inteligencia emocional,  así como una lucha bufona  de, a ver quién es más culpable, de las situaciones que se viven en el México de hoy.

Lo anterior no es menos importante que mostrar un proyecto de nación, al contrario, si consideramos el hecho de que nos muestren una radiografía emocional e intelectual de sus personalidades, nos puede brindar una interesante lectura de cada uno de ellos y así como audiencia de estos foros, definir nuestra elección.

Así pues, este análisis no se recargará en las respuestas relativas a los temas abordados por los candidatos, considerando que no hubo respuestas claras y precisas de solución a los cuestionamientos basados en política migratoria, estrategia comercial internacional, enfrentar a Trump, impuestos, salarios, etcétera.

No. Este análisis abrirá un canal de identificación de personalidades, que nos permita ubicar las conductas y comportamientos de los candidatos y así saber, no quien ganó el debate, sino quien sería más capaz de crear y aplicar estrategias a la hora definir el rumbo de México una vez que uno de ellos llegue a Los Pinos.

Comencemos.

Andrés Manuel López Obrador, es el candidato con mayor edad que aspira a ocupar la silla presidencial, y por su conducta e intolerancia, podemos decir que le gusta tirarse a la lona antes de recibir los golpes. Al minuto 12 de haber iniciado el debate, López Obrador se derrumba  en su primera réplica al intentar defenderse diciendo que, el debate se hizo para atacarlo, quedando al descubierto su nula inteligencia emocional, pero también la poca asesoría que ha recibido por parte de su mismo equipo en la construcción de propuestas y respuestas que le lleven no solo a defenderse, sino también a construir una credibilidad en base a una cordura sólida, y aquí es importante hacer un alto, y cuestionar ¿a qué candidato no le interesa prepararse si su objetivo es llegar a la silla presidencial? Pese a que le tocó vivir su primera juventud en los tempranos años setentas, donde el desborde del México joven estaba en su mero apogeo buscando áreas de oportunidad para su crecimiento, el  comportamiento  de López Obrador, no representa a su activa generación, más bien obedece al panorama que en 1948 mostraba la producción fílmica, “Nosotros los pobres, ustedes los ricos”.

Sí tomamos en cuenta que en 1973 López Obrador rayaba en los 20 años de edad, es decir en su primera juventud, podemos ubicar que perteneció a una generación activa, donde los jóvenes de su generación,  avanzaban a pasos agigantados en muchos terrenos, todos vitales para el desarrollo del México contemporáneo.

Hoy día, vemos a un López Obrador reliquiario discurso de “los pobres somos buenos y los ricos somos malos”, que no representa para nada a los jóvenes de su generación, ni a las generaciones de hoy.  De acuerdo a la  actitud sentimental en la que basa un endeble y pasado de moda discurso político, parece pues un hombre de la tercera edad que en todo momento se siente ofendido, que reacciona a berrinche cuando se siente evidenciado y lo que es peor, deja al descubierto su mínima ocupación y preocupación por informarse, actualizarse, por mejorar su discurso que, hoy día, en el que los avances tecnológicos superan la fuerza informativa oficial a través de las redes sociales, y donde contamos con generaciones que consideramos que el dinero, el desarrollo profesional, y el crecimiento humano en armonía es importante para generar un México con mayores posibilidades para ser parte de una globalización activa, es inminente. López Obrador, en su actuar y proceder está muy lejos de representar progreso, desarrollo, capacidad para consolidar nuestros niveles de comercio internacional  y capacidad por acentuar una política de relaciones exteriores con rumbo sólido para el país, que ubique a México en el mundo actual y de forma participativa.

Ricardo Anaya por su parte, muestra ser un contendiente informado, capaz, con más mundo que sus demás competidores, a excepción de Meade, sin embargo, en sus procederes durante ambos debates ha estado mayormente preocupado y ocupado por desacreditar a quienes podrían darle pelea durante la jornada electoral, específicamente a López Obrador, que por mostrar un proyecto de nación definido. Los colores le suben y la bajan cuando sale a relucir su inexplicable fortuna y sus cuatrocientos mil pesos de ingresos mensuales, tratando de ignorar esos ataques. Sin embargo en este contendiente sí vemos un equipo de trabajo detrás que lo guía y que incluso lo prepara para evadir los ataques sin que se note su molestia, a no ser por su blanca piel que lo traiciona. Es importante destacar que en términos de preparación académica, por su edad que lo obliga a ir a paso corriente en temas de actualidad, y que por su gran capacidad de análisis y raciocinio, podría ser un buen presidente, lástima que le guste hincharse la cartera.

José Antonio Meade Kuribreña desde su llegada a la sede del segundo debate en la UABC Tijuana,  nos muestra una personalidad serena y pendiente de los modales elementales de la buena educación, como el hecho de haber llegado puntual por ejemplo, de haber dirigido un saludo alejado de la exageración a la dicharachera prensa que lo recibió prudente y con respeto. Durante toda sus intervenciones, jamás se le notó fuera de control, pese a que fue agredido en diversas ocasiones por López Obrador y Anaya, al contrario, para todos tuvo respuesta, se defendió con clase y con fundamentos,  se nota que ha pasado recientemente por instituciones que le han dejado experiencia positiva, pero también tiene el tino de identificar las necesidades de la ciudadanía y del país en términos de poder adquisitivo, impuestos, apoyo al migrante, y sin duda de los 4, tal vez sea el que con prudencia victoriosa pudiera poner a Trump en su lugar, sin embargo lo empaña la sombra del partido en el poder, así como el hecho de haber integrado el gabinete de Peña Nieto. Si bien es cierto, que todos estos atributos pudieran empoderarlo, también es cierto que el descontento nacional en relación a todo lo que huela a PRI, opaca todas sus virtudes.

Jaime Heleodoro Rodríguez Calderón “El Bronco”, nos muestra una personalidad bufona, necesitada de atención, pero ojo, tiene mucho aguante, le gusta el reflector, se le conoce poco, y tal vez pueda dar la sorpresa en alcanzar un buen número de votantes aunque no llegue a Los Pinos, pero también podríamos verlo en 6 años más aspirando de nueva cuenta a la silla presidencial. La terquedad lo podría convertir en obstinado.

Este 1 de julio, también debemos considerar estos rasgos de personalidad, que nos hablan mucho de la capacidad de acción de cada uno de ellos, pero también de las debilidades en las que tendrían que trabajar con cautela y a paso veloz.

Anya revela miedo disfrazado de sarcasmo, Meade educación, clase y serenidad y Rodríguez Calderón fue el bufón de la noche